Así lucía la iglesia por la época de los años 40'(primera foto) con el edificio,su campanario y su cúpula donde el color blanco predominaba su fachada y adentro en el enlace de sus naves junto al altar,se albergaba la figura del santo recostado con su hábito café y un cordón blanquesino ciñaba su cintura y hasta él los fieles de aquel hermoso ayer de mi infancia para elevar su cabeza unos pocos grados de arco angular señal que significaba la aceptación tácita de San Francisco del perdón y aprobación de los cargos de conciencia que atribulaban a todo ser que se acercaba a realizar este rito,pues la leyenda predicaba que quien no podía inclinar el cuerpo santificado, era tanto como recibir un rechazo de San Francisco a la conducta de aquella persona que no lograba esta inclinación y en silencio su alma era receptora del severo castigo virtual ante la mirada inquisitiva de la gente que acude al recinto y es testigo presencial de este juicio espiritual.
La ciudad vestía sus mejore galas pues desde el 28 de septiembre enmpezaban a llegar a la población miles de fieles Franciscanos que procedían desde lugares distantes, algunos en el ferrocarril y otros en sus propios carretones de madera de enormes ruedas y toldos de lona semejantes a las carretas de las películas del Viejo Oeste en los Estados Unidos y en el seno de éllas familias enteras concluían las inlemencias del viaje para ubicarse en la avenida Obregón y cruce con la calle Kino donde nuestros ojos miraban atónitos la formación de un sinnúmero de carretones en fila que se asentaban ahí,para construír sus carpas provisionales que serían los hogares que los resguardaría y en el interior colchonetas,cobijas,enseres de cocina,anafres formaban un pintoresco cuadro de semblanza húngara que duraría en su estancia en mi pueblo.Pero no sólo era una imagen de una convivencia familiar sino que también llevaban consigo las danzas y su música autóctona que perfilaban su cultura indígena a través de los cuales manifestaban al Santo la fé y el arte heredados de sus ancestros como una forma simbólica de traer a mi tierra ante San Francisco los sueños y los anhelos del alma de los que ya partieron a los designios de Dios o tal vez ser portadores de los que la enfermedad y la ancianidad les imposibilitaron este traslado religioso.Así debo decirlo mi mente infantil captó los razgos culturales de las trbus regionales,como Pápagos,Seris,Pimas,Mayos y Yaquis y conocí y escuché la bella danza del Venado y el baile de Matachines que sumados a los sonidos emitidos de viejos violines,percuciones de jícaras en agua,collares de semillas de calabaza uncidos a los pies y las voces arrullantes de cantos centenarios que las voces de un selecto grupo indígena esparcía por doquier los nobles sentimientos llenos de melancolía que llevaban su sentir a todo confín de el Magdelena de ese entonces.
Esta festividad anual es una esencia espiritual de cada Magdalenense pues desde antes de octubre se percibe en el ambiente los aires impregnados de bellos presagios y buenos augurios que se propagan entre los niños,los adultos y los ancianos de tal forma que la alegría invade sus corazones y el bullicio se interna en las escuelas,en los barrios,las calles,los abarrotes y los snetidos de todo ser,se llenan de plena algarabía pues significa que se aproximael 4 de octubre y las plazas Francisco I.Madero y Benito Juárez vestiran sus galas para recibir a los devotos visitantes con las carpitas de venta de artesanías,juguetes,silbatos y espantasuegras,así como también en las banquetas y calles se instalarán puestos de venta de comida con sus ricos tacos,enchiladas,menudo,pozole,sopes y bebidas tanto refrescantes como de moderación como la cerveza y los vinos y lo que no podría faltas las atracciones con los volantines,sillas voladoras,los caballitos,el cometa y diversos juegos de azar como la lotería donde se escucha las cartas del gallo,el diablo,el borrachito,la palma y muchas más hasta que algun parroquiano interrumpe con la conocida frase "Aquí con ella"en señal de triunfo.
Durante algunos dias previos y posteriores al dia de San Francisco,los residentes de mi tierra y los visitantes se aglomeran en las avenidas y las plazas,para recorrer cada espacio de aquel jolgorio y disfrutar plenamente de las múltiples diversiones que ese año se muestran y se hacen acompañar de las notas y los acordes de célebres canciones como las Mañanitas del Rey David,la Mañanitas Tejanas y las Mañanitas Guadalupanas que navegan por el cielo con la dedicatoria ritual a San Francisco pidiéndole vida y salud para poder regresar en el otoño siguiente.
La ciudad vestía sus mejore galas pues desde el 28 de septiembre enmpezaban a llegar a la población miles de fieles Franciscanos que procedían desde lugares distantes, algunos en el ferrocarril y otros en sus propios carretones de madera de enormes ruedas y toldos de lona semejantes a las carretas de las películas del Viejo Oeste en los Estados Unidos y en el seno de éllas familias enteras concluían las inlemencias del viaje para ubicarse en la avenida Obregón y cruce con la calle Kino donde nuestros ojos miraban atónitos la formación de un sinnúmero de carretones en fila que se asentaban ahí,para construír sus carpas provisionales que serían los hogares que los resguardaría y en el interior colchonetas,cobijas,enseres de cocina,anafres formaban un pintoresco cuadro de semblanza húngara que duraría en su estancia en mi pueblo.Pero no sólo era una imagen de una convivencia familiar sino que también llevaban consigo las danzas y su música autóctona que perfilaban su cultura indígena a través de los cuales manifestaban al Santo la fé y el arte heredados de sus ancestros como una forma simbólica de traer a mi tierra ante San Francisco los sueños y los anhelos del alma de los que ya partieron a los designios de Dios o tal vez ser portadores de los que la enfermedad y la ancianidad les imposibilitaron este traslado religioso.Así debo decirlo mi mente infantil captó los razgos culturales de las trbus regionales,como Pápagos,Seris,Pimas,Mayos y Yaquis y conocí y escuché la bella danza del Venado y el baile de Matachines que sumados a los sonidos emitidos de viejos violines,percuciones de jícaras en agua,collares de semillas de calabaza uncidos a los pies y las voces arrullantes de cantos centenarios que las voces de un selecto grupo indígena esparcía por doquier los nobles sentimientos llenos de melancolía que llevaban su sentir a todo confín de el Magdelena de ese entonces.
Esta festividad anual es una esencia espiritual de cada Magdalenense pues desde antes de octubre se percibe en el ambiente los aires impregnados de bellos presagios y buenos augurios que se propagan entre los niños,los adultos y los ancianos de tal forma que la alegría invade sus corazones y el bullicio se interna en las escuelas,en los barrios,las calles,los abarrotes y los snetidos de todo ser,se llenan de plena algarabía pues significa que se aproximael 4 de octubre y las plazas Francisco I.Madero y Benito Juárez vestiran sus galas para recibir a los devotos visitantes con las carpitas de venta de artesanías,juguetes,silbatos y espantasuegras,así como también en las banquetas y calles se instalarán puestos de venta de comida con sus ricos tacos,enchiladas,menudo,pozole,sopes y bebidas tanto refrescantes como de moderación como la cerveza y los vinos y lo que no podría faltas las atracciones con los volantines,sillas voladoras,los caballitos,el cometa y diversos juegos de azar como la lotería donde se escucha las cartas del gallo,el diablo,el borrachito,la palma y muchas más hasta que algun parroquiano interrumpe con la conocida frase "Aquí con ella"en señal de triunfo.
Durante algunos dias previos y posteriores al dia de San Francisco,los residentes de mi tierra y los visitantes se aglomeran en las avenidas y las plazas,para recorrer cada espacio de aquel jolgorio y disfrutar plenamente de las múltiples diversiones que ese año se muestran y se hacen acompañar de las notas y los acordes de célebres canciones como las Mañanitas del Rey David,la Mañanitas Tejanas y las Mañanitas Guadalupanas que navegan por el cielo con la dedicatoria ritual a San Francisco pidiéndole vida y salud para poder regresar en el otoño siguiente.
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